Con David
era un teatro paredes nada más pero paredes derruidas y ventanas muy altas ni tabiques ni pisos tres o cuatro miramos arrobados yo digo esto se va a caer va a derrumbarse pero subimos escaleras y arriba no había cielo sino árboles sin hojas yo vuelvo a predecir esto se va a caer y se llenó de gente blanca negra mestiza sonriendo bailando y yo sabía que iban a morir...
cayó el teatro me sujeté de un árbol (cada ventana tenía un árbol como un barrote un barrote guardián la salvación) yo me quedé colgando
no había cielo ni mundo sólo ese árbol ondulante
Soleida Ríos en El libro roto (1994), incluido en Poesía Cubana. Antología esencial (Visor Libros, Madrid, 2011, ed. de Víctor Rodríguez Núñez).
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