La nube lacrimosa ennegrece el cielo.
Finísima, comenzó la lluvia a orvallar.
Es la naturaleza que llora.
Sus lágrimas son las que gotean densamente,
y la nubes que gimen y suspiran con gravedad
son su voz entristecida.
Es de mañana. ¡Qué bruma blanca como una náyade!
No ves la montaña ni la llanura.
¡Vejez del tiempo!
Mira el sol. Ocultó su cabello dorado,
se convirtió en pálida luna y su aspecto es tan sólo
queja y llanto.
¡Eh ahí! Empequeñeció también el seco río de la soledad.
¡Escucha el ruido que hace el agua entre los guijarros!
¿Ves la blanca espuma?
Entre los mimbres se ocultaban los pájaros.
Al escuchar el ruido, salieron asustados
en un suave vuelo.
No hay un alma. El paraje está desierto y abandonado.
Sólo el viejo agricultor va cargado
de madera cortada.
Y yo me siento, solo, en la raíz del plátano
y escucho la densa lluvia que golpea
sobre las hojas marchitas.
Apenas vi, hasta este momento, dieciocho otoños.
Pero regreso esperanzado, aunque tan pronto,
a la tierra en que nací.
Que manos amistosas entierren mi cuerpo exánime
junto a la raíz del sauce que tantas veces,
en mi vida, me dio cobijo.
Que Céfiro incline sus leves ramas
y una sombra melancólica se vierta sobre mi tumba
cuando llegue el verano.
E, incluso, cuando empiece a hacer frío,
que caigan sobre el mármol el granizo, la nieve
y la lluvia de enero.
Ioannis Karasutsas, incluido en Antología de la poesía griega. Desde el siglo XI hasta nuestros días (Ediciones Clásicas, Madrid, 1997, ed. de José Antonio Moreno Jurado).
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Un joven muerto .... Su tumba ante un sauce ... Imagenes sacadas de las lozas de las tumbas....El romanticismo en pleno....
ResponderEliminarEs que la poesía Romántica es muy Romántica, jajajaja.
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