Pesadez en el aire de agosto,
tu pie, mi nariz, otro domingo salvaje.
Si lo que abunda, es decir, la aridez
fuera un truco: una lona que cubriera
nuestro legado, la fe de nuestros padres. Rumiar
la grasa del asado, cada pensamiento,
cada percepción. Nacimos pobres, pobres. Pero no es
que no hayamos estado en la fiesta; es que nos quedamos
para limpiar y ser testigos
de lo que hace la luz con los restos.
Alejandro Rubio en Metal pesado (1999), incluido en Penúltimos 33 poetas de Argentina (UNAM, México, 2014, selec. de Ezequiel Zaidenwerg).
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