En el claro, burbujeante recodo, color cerveza
—cada piedra un huevo pecoso frezado en ese regazo profundo,
cada guijarro cacarizo y cascado un planeta que ciego mira a través de su propia evolución—
los bajos, y el alto aire, se llenan de sonido y de luz.
Esta parte del río aspira a ser mirada, pues ahí te ha atraído,
y los árboles, humildes, integran al cielo en tu amor por el agua.
Si este sitio fuese una persona, haría un sombrero de papel mientras tararea.
Lleno de sí del todo, absorto mas radiante
—un momento de familia, que parecía normal hasta que años después, al mirar atrás,
se sienten plenamente sus honduras, más allá de la monda experiencia.
Bajo el agua, la luz se espesa ligeramente, pero nunca reposa
y el río corre entre sus propios dedos, desenfadado.
Katherine Pierpoint en Truffle Eeds (1995), incluido en La generación del cordero. Antología de la poesía actual en las Islas Británicas (Trilce Ediciones, México, 2000, selec. y trad. de Carlos López Beltrán y Pedro Serrano).
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Un alto en el camino. Me gustó el final, porque es abierto..
ResponderEliminarSi. el río sigue corriendo.
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