Soy el último poeta del campo.
Es pobre en canciones un puente de tablas
en la misa final estoy, entre abedules,
que inciensan el aire con sus ramas.
Este cirio humano, de cera,
se extinguirá con áurea llama.
Y el reloj remoto de la luna
gruñirá mi postrer campanada.
Un huésped de hierro, rugiendo
saldrá a la senda del campo azulino;
recogerá con sus negruzcas manos
el grano que el alba ha vertido.
¡Manos muertas, manos extrañas,
no vivirán con vosotras mis cantos!
Sólo los caballos y las espigas,
echarán de menos a los amos.
El viento borrará los susurros,
preparando la funesta danza...
Y el reloj remoto de la luna,
gruñirá mi postrer campanada.
Serguei Yesenin, incluido en Antología poetas soviéticos (Editorial AHR, Barcelona, 1968).
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