Todo parece inmóvil: el viento, la danza de las hojas.
El agua quieta como una losa. Un follaje de lama
vegeta en la pila antigua. Todo parece inanimado: la vida.
Dos ojos enajenados, tremebundos, se asoman casi de piedra.
Coraza convexa, granujienta, murmullo de un muro a cuestas.
Sus tardos muñones mueven un suave ocio eremita.
Todo parece nirvana: la muerte, la entraña.
Suspiro de provectos días: la casa, la cuna, la fosa.
Pedro Xavier Solís, incluido en Nuevos poetas nicaragüenses (Sociedad de Cultura Valle-Inclán, Ferrol, 2004, selec. de José María Mantero).
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