Señor yo sé, y sé que tú sabes que yo sé
que esta es una penitencia para flagelantes. Sólo los eruditos aburridos
o los vaqueros hartos de contemplar vacas
leerán alguna vez El Salterio Gris de Antrim.
Trece años he pasado copiándolo,
con el anhelo de llegar a las partes sabrosas. Santo Rey de los Caminos,
¿hay alguna parte sabrosa en El Salterio Gris de Antrim?
(Sigue texto ilegible debido a marcas de dentelladas.)
Tiene el realismo mágico de un argumentum:
tiene la sutileza narrativa del Calendario de Oengus;
tiene la inteligencia sesgada del Grito de Batalla de los O'Donnell;
seduce como el colofón del Libro de Durrow;
se puede desconstruir como una tabla canónica;
hace que parezca atrevida la Defensa hecha por San Jerónimo de su Vulgata.
Se la daría de regalo a Halfdane el saqueador
para que se limpiara su ancho culo danés.
Mejor que sus tomos consagren el abrevadero de nuestro ganado,
y curen al pobre de Lucas, mi becerro de tres piernas,
a que me amarguen el ingenio y me estropeen la caligrafía.
¡Lucas! ¡Blanco Lucas! ¡Bestia más fiel que la anodina vaca de Ciarán!
Desquiciarías al abad con tu suave y arrítmico paso,
topeteando sus tarros de leche y lamiéndole la sal de las axilas.
Lucas, te desollaron, te lijaron la piel hasta hacerla oblea.
Un cuero bajo el cual podría morir el rey Tadhg.
Ilumino páginas y páginas con amarillo de bilis de buey...
(Sigue texto ilegible debido a manchas de lágrimas.)
Oh misericordioso Cristo de los escribas y los pecadores
¡intercede por mí ante este abad explotador!
Haz que se me asigne otra tarea, algo pagano,
con sexo y quizás un poco de violencia gratuita
de los que pueda lamentarme con mayúscula insular
e ilustrar con rebuscamiento mozárabe
Ad maioram gloriam Dei et Hiberniae,
y a menos que consideres que mi juicio sobre el libro es demasiado severo
debido a mi orgullo o a una sensibilidad afectada,
he solicitado una segunda opinión.
Mañana nuestro supervisor, Ronan el bárbaro,
leerá en voz alta como sólo él puede leer en voz alta
pasajes elegidos de esto que he transcrito
en la ceremonia de indicción de su nueva iglesia en Killaney
para que lo escuche ese hombre versado, el rey Suibhne...
(A partir de aquí sigue texto totalmente ilegible
debido a daño ocasionado por agua del lago y heces de nutria)
Ian Duhig en The Badford Count (1991), incluido en La generación del cordero. Antología de la poesía actual en las Islas Británicas (Trilce Ediciones, México, 2000, selec. y trad. de Carlos López Beltrán y Pedro Serrano).
Otros poemas de Ian Duhig
Die Schwarze Paula, Oración en el margen de un salterio antiguo, Solo para tus ojos
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