Con el frescor matinal,
entro en el antiguo templo.
El sol naciente se eleva
y alumbra los altos bosques.
El sendero entre bambúes
me conduce a este paraje
de quietud y soledad.
En medio de flores y árboles
hallo la celda del bonzo.
La luz solar del monte
regocija a los pájaros.
El espejo del lago
me purifica el alma.
Se han extinguido ya
los mil ruidos del mundo.
Solamente se escuchan
las campanas del templo.
Chang Jian, incluido en Poesía clásica china (Ediciones Cátedra, Madrid, 2002, ed. y trad. de Guojian Chen).
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Sí, mil ruidos del mundo!!!
ResponderEliminarMejor campanas del templo.
GRACIAS
Depende donde suenen y a que hora. Jajajajajaja.
EliminarMuita concentração...
ResponderEliminarVirtude oriental!
Belo poema.
Obrigado!
Abraço.
Si, un magnífico poema.
EliminarCuanta paz y quietud en la celda del bonzo
ResponderEliminarTal vez nos aburriríamos, jajajaja.
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