Miradas de dulce embrujo
de amor me han llenado el alma,
más la grana de esa boca
que aun al censor es sagrada.
1
Si el corazón de esa cierva
se ablanda, posará el mío.
De su rebaño no cuida,
ni ve que el mío se ha huido.
Ella es todo para ella
y para mí, y la he perdido.
Estas son, ay mis censores,
de amor señas declaradas:
suspiros abrasadores,
aunque se aneguen en lágrimas.
2
Lo que ese talle de palma
carga sobre mí me abruma.
Que yo vele y ella duerma
me conduce a la locura.
No halla el corazón respiro
de tanto amor y amargura.
Deja de mi ser un poco
(ni creo que a quedar vaya),
y así verás a qué extremos
me conduce mi desgracia.
3
Mía, al lado de Hauzáni,
es la flecha ganadora.
¡Oh sable fino del Yemen
al que sus hazañas doran;
ángel con semblante humano
que la descripción desborda;
león de las espesuras;
muerte que plazos señala;
aurora que, cuando brilla,
el mundo entero engalana!
4
Abu Hafs, párate un punto.
Magias te recito: atiende.
De ti se gloria el imperio:
de un corazón bravo y fuerte.
El mío toma en albricias,
si a tu lado has de acogerme.
Para nutrir a los hombres
Dios te hizo a ti pura dádiva.
¡Tanta merced celebremos!
¡Subamos cimas tan altas!
5
A una de teñidos dedos,
que es de la belleza esencia,
doncella que todos miran
y que ilumina estas tierras,
fui a ver, entrando el verano,
y cantó por mí y por ella:
¡Albo día este día,
día de la Ansara en verdad!
Vestiré mi jubón brochado
y quebraremos la lanza.
Abu l-Abbas Ahmad ibn Abd Allah ibn Hurayra al-Absi al-Acma al-Tutili, incluido en Poesía de Al-Andalus (Asociación Andaluza de Profesores de Español Elio Antonio de Nebrija, Sevilla, 1999, varios trad.).
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