Despedía su rostro un calorcillo
como la tierra cuando el sol se va.
Y más tenue que el aire en los visillos
circulaba en los labios su alentar.
Era vida, casi visible su área inmensa,
y sólo vida, que sin verterse colma,
sin una mancha ni una sombra inmersa
que suba o baje en la tan frágil copa.
¡Qué ancho el paso aún hacia la vida!
¡Qué fáciles y francas sus mareas!...
¡Y cuan leve y hermoso en compañía
de la muerte ahora está solo en la arena!
M. Vasalis, incluido en Antología de la poesía neerlandesa moderna (Ediciones Saturno, Barcelona, 1971, selecc. y trad. de Francisco Carrasquer).
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