El gato está muy flaco por culpa del portero.
Puedes mirarlo, incluso en el sueño,
cómo lo obliga a comer su dieta,
el de la boina azul, el portero.
Lo deja vivir de ratones, le ordena cazarlos
y yo les aseguro que no existe ratón alguno.
Dos semanas de vigilancia,
con la oreja pegada al sótano,
escuché para sentir al menos un roce,
y no se oyó nada más que el roncar del portero.
En esta casa de cemento, de tantas escobas,
trampas y sirvientas,
los ratones perdieron definitivamente la semilla.
El gato está cada vez más flaco;
el pelo erizado, encendido como un búho.
Lo miras: sus ojos como dos cebollas,
fantasma parduzco en mi calle.
Ten cuidado no se despierte
el tigre que lleva dentro:
¡Cómo crujen sus dientes locos
y sangran de noche bajo el Véspero!
Sólo el portero tiene la culpa.
Ioan Alexandru, incluido en Antología de la poesía rumana contemporánea (Editorial Elion, Bucarest, 2000, trad. de Darie Novaceanu).
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