En el cielo los pájaros inmóviles
como las manchas que dejan las moscas
los criados hablan delante del establo
y en el sendero florecen las boñigas de las bestias.
Por la calle pasa el señor con su hija
alegría de los mendigos al anochecer
pero tengo en casa un Polichinela con cascabeles
para olvidar mi tristeza cuando me engañas.
Mi alma es un albañil que regresa del trabajo
recuerdo de olor de farmacia limpia
dígame vieja lo que érase una vez
y tú prima avísame cuando cante el cuco.
Tenemos que bajarnos al barranco
que es Dios cuando bosteza
reflejarnos en el lago
con verdes sedas de ranas.
Seamos pobres al regresar
llamemos a la puerta del extranjero
con el pico de los pájaros en la corteza de la primavera
o no vayamos a ninguna parte
blanco luto de la mozuela del vecino.
Tristan Tzara, incluido en Antología de la poesía rumana contemporánea (Editorial Elion, Bucarest, 2000, trad. de Darie Novaceanu).
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Este poema nos recuerda que la poesía, así como, en general, la literatura toda, es un territorio de libertad.
ResponderEliminarEl contraste está servido.
A mí, me gusta el poema.
Salud
Efectivamente Esteban, y precisamente Tzara es uno de los máximos exponentes que nos dio el pasado siglo sobre lo que comentas, por su afán por experimentar. Un abrazo.
Eliminarbuenas tardes, me gustaría escuchar tu análisis de este poema
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