Toda la noche subió el ejército desde Guilgal
para llegar al campo de la matanza y más allá
los muertos yacían en la tierra llenándola.
Quiero morir en mi cama.
Tenían los ojos estrechos como las rendijas de un tanque,
Yo soy siempre pocos y ellos muchos.
Tengo que contestar. Pueden interrogarme.
Pero yo quiero morir en mi cama.
Párate, sol, en Gabaón. Está pronto a pararse eternamente
para iluminar las filas del combate y de la muerte;
tal vez no vea cuando maten a mi mujer.
Pero yo quiero morir en mi cama.
La fuerza de Sansón estaba en su cabello negro y largo.
El mío lo raparon cuando me hicieron héroe
forzoso y me enseñaron a tensar mi arco.
Pero yo quiero morir en mi cama.
He visto que se puede vivir y arreglárselas
y también amueblar las fauces del león, si no hay otro lugar.
Ya no me importa morir en soledad,
pero quiero morir en mi cama.
Yehuda Amijái, incluido en Poesía hebrea contemporánea (Ediciones Hiperión, Madrid, 2001, trad. de Teresa Martínez).
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