ora se esfuma, misteriosamente,
vestida de hiedras, con cinturón de cuscuta.
Una leve sonrisa en los labios,
y los ojos llenos de amor.
«¡Cómo no me va a adorar mi novio,
si soy tan bella y esbelta!»
Trenzada la bandera de ramas de canela,
va en un carruaje de magnolias,
tirado por un leopardo color escarlata,
acompañado de zorritas.
Adornada de orquídeas, coge flores
de todos los perfumes para su amor.
«Vivo en lo más hondo
de un bosque de bambúes,
desde el cual no se atisba el cielo.
El camino es dificilísimo,
y vengo deprisa a la cita.
Sola, en la cumbre del monte,
veo flotar lentamente
las nubes bajo mis pies.
Ocultan el sol, y parece de noche.
Sopla el viento del este.
Caen gotas de lluvia.
Espero a mi amor lejano,
sin pensar en regresar.
El año toca a su fin.
¿Me adornará la florida primavera?
En el Monte de Divinidades,
recogiendo las Plantas de Vida,
espero impaciente, entre las hiedras.
¿Por qué tardas tanto?
¿Es que no me quieres?
¿O te retienen tus asuntos?
Soy tan pura como la fuente de la que bebo,
bajo los pinos y cipreses.
De mí no podrás tener
ni un asomo de duda.
Truenos y relámpagos.
Lluvias torrenciales.
Noche totalmente negra.
Están gimiendo los monos.
Ruge el viento, golpeando la hojarasca.
Pienso en ti, pero en vano.
No me traes más que cuitas.»
Qu Yuan, incluido en Poesía clásica china (Ediciones Cátedra, Madrid, 2002, ed. y trad. de Guojian Chen).
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