viernes, 13 de agosto de 2010

Poema del día: "Recuerdos de morir", de Álvares de Azevedo (Brasil, 1831-1852)

Cuando estalle en mi pecho aquella fibra
Que enlaza al alma y al dolor viviente,
No derramen por mí ninguna lágrima
             Con párpado demente.

    Y en la materia impura no deshojen
La flor del valle que se duerme al viento:
No quiero que a una nota de alegría
Haga callar el fúnebre lamento.

    Dejo la vida como deja el tedio
Del desierto el romero fatigado:
Como horas de una larga pesadilla
Que un doblar de campanas ha ahuyentado;

    Como el destierro de mi alma errante
A la que insano fuego consumía;
Me llevo una añoranza: la del tiempo
Que amorosa ilusión embellecía.

    Me llevo una añoranza de esas sombras
Que de noche velaban junto a mí...
De ti, mi pobre madre tan querida,
A quien por mi tristeza triste vi.

    De mi padre... los únicos amigos,
Pocos -muy pocos- y que no burlaban
Cuando, en noches de fiebre enloquecido,
De mis creencias pálidas dudaban.

    Si me inunda una lágrima los ojos,
Si un suspiro en mi seno aún resuella,
Es por la virgen que soñé... que nunca
Aproximó a mis labios su faz bella.

    Sólo tú a la edad joven soñadora
Del pálido poeta diste flores...
Si vivió, ¡fue por ti! con la esperanza
De en la vida gozar de tus amores.

    Besaré la verdad santa y desnuda,
Veré cristalizar el sueño amigo...
¡Oh virgen mía de errabundos sueños,
Hija del cielo, voy a amar contigo!

    Depositen mi lecho solitario
En la selva que al paso no convida,
Debajo de una cruz, y escriban esto:
Fue poeta, soñó y amó en la vida.

    Sombras del valle, noches de los montes
Que mi alma cantó y amaba tanto,
¡Mi cuerpo abandonado proteged
Y en el silencio derramadle un canto!

    Pero cuanto preludia la calandria
Y a medianoche el cielo ya reposa,
Arboledas del bosque, abrid las ramas...
¡Pueda llorar la luna ante mi losa!

Álvares de Azevedo, incluido en Antología de la poesía brasileña. Desde el Romanticismo a la generación del cuarenta y cinco (Editorial Seix Barral, Barcelona, 1973, trad. de Ángel Crespo).

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2 comentarios:

  1. EL MOMENTO DE LA MUERTE, EN UNA MENTE LÚCIDA Y POÉTICA, SE DESPIDE DE LOS DOLORES DE ESTE MUNDO, CON LA ESPERANZA DE SU FE.
    AUN ASÍ NECESITA CONFIRMAR SU EXISTENCIA, CON LLANTOS DE ESTE MUNDO, COMO EL DE LA LUNA.
    HERMOSO.

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