Y medio a medio del cielo sobre el mar suspendidas las ciudades parecían caras mirándonos
Agrandándose como los ojos de Dios mirando al tipo en el amanecer fosforescentes ordenándole que matara a su hijo
Mostrándole las ciudades de sangre y los íntimos hijos sacrificados que confluían hacia ellas rodeándolas Ya vimos esas ciudades esas largas auroras los cielos ondeando parecían decidir los sacrificados y nosotros éramos esas sangrientas caras esas ciudades de sangre la sangrante carretera de muertos recortándose en el mar
Raúl Zurita en Cuadernos de guerra (Amargord Ediciones, Madrid, 2009).
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