¿Qué clara contraseña
me ha abierto lo escondido? ¿Qué aire viene
y con delicadeza cautelosa
deja en el cuerpo su honda carga y toca
con tino vehemente ese secreto
quicio de los sentidos donde tiembla
la nueva acción, la nueva
alianza? Da dicha
y ciencia este suceso. Y da aventura
en medio de hospitales,
de bancos y autobuses, a la diaria
rutina. Ya han pasado
los años y aún no puede
pagar todas sus deudas
mi corazón. Pero ahora
este tesoro, este
olor, que es mi verdad,
que es mi alegría y mi arrepentimiento,
me madura y me alza.
Olor a sal, a cuero y a canela,
a lana burda y a pizarra; acaso
algo ácido, transido
de familiaridad y de sorpresa.
¿Qué materia ha cuajado
en la ligera ráfaga que ahora
trae lo perdido y trae
libertad y condena?
Gracias doy a este soplo
que huele a un cuerpo amado y a una tarde
y a una ciudad, a este aire
íntimo de erosión, que cala a fondo
y me trabaja silenciosamente
dándome aroma y tufo.
A este olor que es mi vida.
Claudio Rodríguez, incluido en Desde mis poemas (Ediciones Cátedra, Madrid, 1994).
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Inconfundible la poesía de Claudio.
ResponderEliminarUno de mis autores favoritos.
gracias por traerla.
Me encanta Claudio Rodríguez, lo leí hace mucho, pero sigue teniendo un grato recuerdo. Además, tuve la suerte de conocerle personalmente, en circunstancias un tanto graciosa, muy como era él, jajaja.
ResponderEliminarHay personas que sentimos la vida a través de la pituitaria.
ResponderEliminarElla nos sorprende regresandonos los recuerdos, que esos olores traen. Son como mariposas que sacuden sus alas dejando caer el polen del pasado.
Muy bello.
Un saludo