Quisiera, Dios, tenerte como pan cotidiano,
pero siempre te alejas misterioso, por brumas.
Te estoy llamando, Dios,
mira mi espera
de pájaro sin rama.
No sé qué espacio es éste sin caminos
que a veces me rodea,
y, extrañamente,
me deja suspendida en algún punto muerto.
No te alejes, Dios mío,
que el ala inútil
siento que se derrama
y hasta hueca me nace la plegaria.
Concha Lagos en Tema fundamental (Ágora, Madrid, 1961).
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