Leyendo la novela de Flann O’Brien El tercer policía (Nórdica libros, Madrid, 2006, trad. de Héctor Arnau), uno se imagina que algún empedernido bebedor de pintas comienza a contarle una historia fantástica que sucede por los caminos perdidos de alguna aldea irlandesa.
La historia que se nos cuenta, con un claro sabor irlandés desde el comienzo, parte de un hecho verosímil y real: dos aldeanos, perdedores de vocación, cometen un crimen para salir de su mísera vida. Pero cuando uno de ellos ha de ir a recoger el botín conseguido, la historia da un giro inesperado y entra en un universo paralelo, regido por extrañas leyes científicas y sociales, repleto de policías que solamente persiguen un delito: el robo de bicicletas.
Nuestro protagonista, además, mientras sigue su camino por ambientes imaginarios, nos introduce en el disparatado mundo pseudo científico del filósofo de Selby, cuyas descabelladas teorías sobre el universo son contadas como si fuesen verdaderas, lo que nos proporcionará momentos de diversión a lo largo de la novela.
Por el comportamiento de los personajes que van apareciendo en este recorrido fantástico, y por como hablan de cosas increíbles con la mayor naturalidad del mundo, la novela nos recuerda por momentos a Alicia a través del espejo, de Lewis Carroll. Algunos ambientes increíbles también ayudan a ello, como, por ejemplo, la comisaría que solamente tiene dos dimensiones.
Es sorprendente, además, cómo dentro de todo este disparate que estamos leyendo, el autor hace reflexionar a los personajes sobre lo divino y lo humano, sobre los misterios de la existencia, con absoluta sinceridad.
En mi opinión, la estructura narrativa está muy bien montada, de manera que al final del libro nos expliquemos cosas del comienzo, cosas que habían pasado, incluso, desapercibidas: el autor nos conduce por el universo paralelo de la novela, para alejarnos de la realidad de la vida del protagonista.
Hay en este libro momentos de tensión e intriga muy bien conseguidos, en los que podemos sentir el miedo, el asombro y la sorpresa ante lo extraordinario por los que pasa el protagonista. Y sobre el asunto de la relación físico-psicológica entre hombres y bicicletas, ¿qué decir? Creo que solamente leyendo la novela puede explicarse la misma. A destacar, en este sentido, la descripción claramente sexuada que hace el protagonista de una bicicleta con la que tendrá una tórrida relación.
Flann O’Brien nació en una pequeña aldea irlandesa en la que se hablaba en gaélico. Fue su padre quien le enseñó el inglés y otras muchas cosas, hasta que, por fin, a los doce años pudo asistir a una escuela, al trasladarse su familia a Dublín. Su nombre verdadero es Brian O’Nolan. Y aunque fue admirado y muy bien valorado por los críticos y escritores de la época, entre ellos James Joyce, no fue muy bien recibido por los lectores. El tercer policía fue escrita por O’Brien en 1940, pero, tal vez cansado del poco éxito conseguido por sus anteriores textos, no intentó publicarla. En 1967, fallecido ya el autor, fue editada por primera vez, convirtiéndose en su novela más conocida.
Francisco Cenamor
no conocía a este autor
ResponderEliminarEs un autor diferente, muy diferente.
ResponderEliminarEs quizás la que más me ha gustado de él. Recuerdo perfectamente la escena de la bicicleta.
ResponderEliminarMe la regalaron cuando fui a la presentación de una revista poética y tardé en leerla, pero cuando lo hice me pareció deliciosa. Sobre todo muy bien escrita.
ResponderEliminarel autor si lo conocía pero si embargo la novela no, gracias Francisco, siempre que abro " asamblea de palabras " encuentro verdaderas joyas .
ResponderEliminarYo descubrí a la vez autor y novela.
ResponderEliminar