Como había mirado al suelo
durante años, vio el mundo
como un reflejo en un charco.
Todo lo que durante años se le
había escapado se unió en un
momento, y supuso que
había nieve en los tejados.
Un hombre puede cantar como una mujer
cuando lo ha perdido todo,
herir las manos en la
sombra del cristal roto.
Pero entonces cuando todo es insignificante,
y la sangre es como agua,
una voz comienza una respuesta
a contraluz,
una voz más clara que
la vida
y todo es de nuevo
como era antes.
Stefan Hertmans en Antología de poemas (Calima Ediciones, Palma de Mallorca, 2002, trad. de José Luis Reina Palazón).
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