La tarde se alarga
por la loma de fósiles calcáreos.
Pace un rebaño de ovejas
aguijoneado por las últimas luces vespertinas.
La sierra de la Peña
difuminada con azul plomizo
recorta un cielo opalino.
El sol recata y arrebola sobre Peñica Blanca
y un reflejo de acero
ilumina la pirámide de Peña Mayor.
Erguido sobre los escudos calizos
de esta loma alargada
cierro los ojos y escucho...
Los motores huyen por el Barrial.
Los balidos y las esquilas
hacia la hoz se van.
Una alondra allá arriba en el cielo
entona su último cantar
y bebe los últimos rayos desmayados del día.
Un grillo rompe la cuerda de su violín.
Pasa un saltamontes a mi vera
y su aleteo de seda estremece mi ser.
Una brisa fresca abanica mis sienes
y llena mis pulmones,
enamorado del perfil de mi tierra
abro mis ojos
y se emborrachan
de gamas verdesgrisesocresazules...
¡Este es un lugar maravillosos!
¡Este es un lugar encantador!
En el cementerio de los coches
ladran los perros a la luna que se asoma
al oasis de Intorcisa.
Su eco repetido perdura.
El lucero de la tarde aparece
y Muñeca parece un belén
con telón de fondo negro, muy negro.
Al oeste Guardo se oculta
entre cortinas de luz.
Aniceto Loma Luis en la revista Donde la palabra nº 4, junio de 2003 (Guardo, Palencia).
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