sordo sería de alma quien pasase de largo
una visión que tanto conmueve en majestad:
esta ciudad ahora lleva, como un vestido,
la belleza que trae la salida del sol;
barcos, cúpulas, torres, teatros, templos quedan
abiertos a los campos y al cielo: refulgentes,
en el aire sin humo, todos en claridad.
Nunca un sol ascendió más bello a su esplendor
prístino por un valle, unas rocas, un monte;
¡nunca vi ni sentí una calma más honda!
El río se desliza por su dulce querer:
¡oh Dios!, hasta las casas se dirían dormidas
y todo ese potente corazón yace en calma.
William Wordsworth, incluido en Poetas románticos ingleses (BackList, Barcelona, 2010, trad. de José María Valverde).
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