De la niñez, sólo recuerdo
una nerviosa lagartija.
De tanto sol sobre su espalda,
parecía de vidrio hecha.
Entre piedras y papagayos,
aparecía en el jardín.
Tal vez quisiera ver el mundo
o desearme un día bueno.
Este saurio diestro y paciente
que convierte el sol en diamante
me hace alabar la maravilla
oculta en la infancia distante.
Pues cosa grande, para un hombre,
es sentir, que al nacer su vida,
toda la belleza del mundo
estaba en una lagartija.
Lêdo Ivo, incluido en Antología de la poesía brasileña. Desde el Romanticismo a la generación del cuarenta y cinco (Editorial Seix Barral, Barcelona, 1973, trad. de Ángel Crespo).
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Excelente poeta, Paco, que a poco poder hay que leer en la lengua hermana. Lumínico final para el poema de la lagartija. Desde luego, un ser entrañable, que en alguna ocasión ha sido motivo no incidental en textos propios, forma parte de la memoria viva de la infancia en la huerta valenciana que penetraba hasta mi calle...
ResponderEliminarBien definido hermano, Ivo convierte en sus poemas la realidad que observamos en algo lumínico.
ResponderEliminarUn abrazo.