Desde la ventana de un hotel comparable a mi
destino veo pasar corriendo, por la orilla del
Iowa River, a dos estudiantes que no serán la madre
de mis hijas. Inmunes a cualquiera de mis promesas, van cruzando
el puente que une el norte de la ciudad con algunos
de los territorios invadidos. Desde allí se ve a los
contratistas afanados en terminar con prontitud
las obras, los desvíos de tránsito, las mezcladoras
de cemento que terminamos aprendiendo a comprender.
Como por obligación los autos pasan.
A veces se apodera de la ciudad
un olor que se parece al excremento de los cerdos
y efectivamente se trata del excremento de los cerdos
proveniente de las granjas que rodean la ciudad
como una advertencia para el viajero: las dos
minas siguen corriendo como si estuvieran
compitiendo con el río. Los recién llegados
las miran con estupor, los habitués de las márgenes
del río ya no se sorprenden al ver a dos mujeres
que parecieran estar corriendo como si alguien
las persiguiera. Desde aquí no se ve a nadie
fuera de las protagonistas de esta historia
pero estoy seguro que la sombra que
viene detrás de ti es la misma
que te precede: valdría la pena
ponerse a pensar en dios
ahora que el río
sigue corriendo imperturbable
aunque nadie lo persiga.
Ahora que las
ganancias obtenidas con la guerra nos
permiten disfrutar de llamadas
simultáneas, de seguros
contra accidentes
a precios accesibles
incluso para los recién
llegados todavía sin recibir
la bienvenida: sería conveniente.
El hombre vuelve a su morada,
las langostas se convierten
en un lastre, no hay pastilla
que pueda surtir efecto
si el sol no colabora.
Se tienden sobre el pasto.
Recuperando el aire
que incluso al río
le hace falta.
Un problema con el que todo constructor de puentes
tiene que enfrentarse.
Cristián Gómez Olivares en La casa de Trotsky (Ediciones de la Isla de Siltolá, Sevilla, 2011).
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Muy buena elección. Un poema con mucho fondo y estilo.
ResponderEliminarDa gusto leer a Cristián, escriba sobre lo que escriba, se disfruta tanto...
ResponderEliminarCompañeros, estimados: mil gracias por la lectura.
ResponderEliminarUn abrazo,
C
Una joyita de poema, sin duda.
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