con nuestro amoroso encuentro.
Sin embargo nos mostró
toda su envidia y rencor.
Tampoco aplaudió el río
alegre, por estar cerca
ni la tórtola cantó
sino porque estaba triste.
No demuestres confianza
-aunque tú eres digno de ella-
puesto que eso no es siempre lo acertado.
Pienso empero que el cielo nos enseña sus estrellas,
sólo para que nos espíen ellas.
Hafsa bint al-Hayy al-Rukuniyya, incluido en Poetisas arábigo-andaluzas (Diputación Provincial, Granada, 1985, ed. de Mahmud Sobh).
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