torno, volví y acábome y os gimo, dándoos
la llave, mi sombrero, esta carita para todos.
Al cabo de la llave está el metal en que aprendiéramos
a desdorar el oro, y está, al fin
de mi sombrero, este pobre cerebro mal peinado,
y, último vaso de humo, en su papel dramático,
yace este sueño práctico del alma.
¡Adiós, hermanos san pedros,
heráclitos, erasmos, espinozas!
¡Adiós, tristes obispos bolcheviques!
¡Adiós, gobernadores en desorden!
¡Adiós, vino que está en el agua como vino!
¡Adiós, alcohol que está en la lluvia!
¡Adiós también, me digo a mí mismo,
adios, vuelo formal de los milígramos!
¡También adiós, de modo idéntico,
frío del frío y frío del calor!
Al cabo, al fin, por último, la lógica,
los linderos del fuego,
la despedida recordando aquel adiós.
César Vallejo en Poemas humanos (1939), incluido en Obra poética completa (Alianza Editorial, Madrid, 1994, ed. Américo Ferrari).
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Estimadísimo Poeta Francisco Cenamor:
ResponderEliminarCompartimos no solo el nombre, sino también esa afición por César Vallejo. También me quedo con el antipoeta Nicanor Parra, no tanto con Pablo Neruda, su opuesto.
Amigos: Y hablando por aquí y por allá de la poesía y los poetas, te comparto este comentario mío dejado en "El más violento paraíso". Alexánder hace una entrada enseñando su celda.
Estimadísimo escritor Alex amigo:
Duermo con la jupa hacia el norte. Como me indicó el poeta Jorge Charpentier un día: y sí: él dormía para el norte. Así lo encontraron a los tres días de fallecido. Fue un ataque fulminante porque tenía el celular y el teléfono fijo a la par, en una mesita de noche. Diablos! Esa mañana, un miércoles, entraba justo al Hospital México para iniciar 20 días de cobalto en mi barba y pescuezo cuando sonó mi teléfono móvil: el poeta manco me daba la noticia que una amiga, la poetisa Estela Fuentes y la vecina del poeta, habían encontrado muerto a Charpentier. Su pobre perra, "azucena", grandota como una ternera, deambulaba desquiciada por la casa y por el cuarto del muerto. Poco faltó para jartarse al poeta. Recuerdo que también Santa Eunice Odio fue encontrada en situación similar: 10 días muerta en su bañera. Está visto que muchos tenemos muertes feas (creo estoy difunto desde hace mucho tiempo. Se me murió el alma y eso es estar muerto).
...Pues ese día, del portal del Mëxico, me devolví para San Chepe y me emborraché como un indio. Lloré como un idiota cuando nunca lo hago: ni como inteligente ni como idiota. La gente en el bar pensaba que estaba chiflado por eso y porque me pegué en la camiseta la página de La Nación que daba la fatídica noticia: "Muere el poeta Jorge Charpentier".
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank Ruffino.
P.D. Hace años que no uso teléfono móvil ni fijo. Sobre el cobalto: los 20 días se convirtieron en 60 días. Fui muy indisciplinado con mi cáncer, creo el cáncer me tuvo a mí y sobrevivió en otros. Sin embargo, quedé "manco" de mi amada barba. Solo puedo gastar candado y bigote. El pelo nunca lo perdí, pues decía el hematólogo que era yo un fuera de serie. Don Carlos Montero, el jefe de Hematología del Mëxico y amigo de copas, me contó que también atendió un paciente como yo: que se emborrachaba entre las sesiones de quimio, un señor que tenía un bar en Barranca y que nunca volvió. Tampoco volví al México pero en esos días del 2004 algo murió en mí. Seguro tanto químico secó mi alma, no sé... y desde ahí me autoproclamo como "antipoeta". Ni modo...
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía vedaderas,
Frank Ruffino.
Gracias Frank. si tuviese que decir cual es el mejor poeta en lengua castellana me tiraría me mojaria fijo: César Vallejo.
ResponderEliminarExcelente entrada, como habitúas dejarnos con maestros de la literatura.
ResponderEliminarGracias por eso.
Y debes saber, que aunque comento rara vez, estoy consetudinariamente ligado a tus propuestas, que leo, observando el dejo de profundidad que inspira tu búsqueda.
saludos, amigo
Pues también yo me mojaría: César Vallejo es ese máximo poeta de nuestra lengua.
ResponderEliminarCosta Rica dio un gran poeta, escritor y pintor: Max Jiménez Huete. Su familia era poseedora de las mejores haciendas de café en el Valle central costarricense. Mucho dinero. Max también murió joven, tipo 49 años o por ahí: sufrió una crisis nerviosa esto aparajado a una vida licenciosa, de bohemia, igual que Rubén Darío quien murió también a los 49 años. Pues bien, viendo Max la penuria de César en París, le cedió su apartamento con techo de cristal. Dicen que cuando Jiménez Huete recuperó el piso no se podía ni ver el sol de sucio que estaba el techo. César Vallejo era cochinote, un detalle nada más, como todo genio.
Te aclaro algunos términos ticos dejados en mi anterior comentario:
"Jupa": Cabeza.
"Jartarse": devorarse.
"San Chepe": San José, capital de Costa Rica.