Era una vez un hombre que estaba pescando, María. ¡Hasta que agarró un pececillo! Pero el pececillo era tan pequeñito e inocente, y tenía un azulado tan indescriptible en las escamas, que al hombre le dio pena. Y le sacó cuidadosamente el anzuelo y untó con yodo la garganta del pobrecillo. Después, lo guardó en el bolsillo trasero de los pantalones para que el animalito se curase en lo caliente. Y desde entonces se hicieron inseparables. A donde iba el hombre, el pececillo le acompañaba, al trote, como un perrillo. Por las calles. En los ascensores. En los cafés. ¡Qué emocionante era verlos en el "17"!: el hombre grave, de negro, con una de las manos sosteniendo la jícara de humeante moka, con la otra leyendo el periódico, con la otra fumando, con la otra cuidando al pececito, mientras este, silencioso y levemente melancólico, sorbía naranjada por una pajita especial...
Bueno, pues un día, el hombre y el pececito se paseaban a lo largo del río donde el segundo de los dos había sido pescado. Y he aquí que los ojos del primero se llenaron de lágrimas. Y dijo el hombre al pececito:
"No, no me asiste el derecho de guardarte conmigo. ¿Por qué robarte por más tiempo al cariño de tu padre, de tu madre, de tus hermanitos, de tu tía soltera? ¡No, no y no! Regresa al seno de tu familia. ¡Y viva yo aquí en tierra siempre triste!..."
Dicho esto, derramó abundante llanto y, desviando el rostro, tiró el pececito al agua. Y el agua formó un remolino, que fue después serenándose, serenándose..., hasta que el pececito murió ahogado...
Mário Quintana, incluido en Antología de la poesía brasileña. Desde el Romanticismo a la generación del cuarenta y cinco (Editorial Seix Barral, Barcelona, 1973, trad. de Ángel Crespo).
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Optar por la infelicidad por la supuesta razón que consideramos mejor, trae como consecuencia dos males, nuestra soledad y perjuicio al otro.
ResponderEliminarInteresante, aunque me pareció un cuento breve y no una poesía.
Un abrazo
Delgada ha sido la línea entre la poesía y la prosa durante el siglo XX.
ResponderEliminarUN abrazo.