de mi burro peruano en el Perú (Perdonen la tristeza)
Mas hoy ya son las once en mi experiencia personal,
experiencia de un solo ojo, clavado en pleno pecho,
de una sola burrada, clavada en pleno pecho,
de una sola hecatombe, clavada en pleno pecho.
Tal de mi tierra veo los cerros retratados,
ricos en burros, hijos de burros, padres hoy de vista,
que tornan ya pintados de creencias,
cerros horizontales de mis penas.
En su estatua, de espada,
Voltaire cruza su capa y mira el zócalo,
pero el sol me penetra y espanta de mis dientes incisivos
un número crecido de cuerpos inorgánicos.
Y entonces sueño en una piedra
verduzca, diecisiete,
peñasco numeral que he olvidado,
sonido de años en el rumor de aguja de mi brazo,
lluvia y sol en Europa, y ¡cómo toso! ¡cómo vivo!
¡cómo me duele el pelo al columbrar los siglos semanales!
y cómo, por recodo, mi ciclo microbiano,
quiero decir mi trémulo, patriótico peinado.
César Vallejo en Poemas humanos (1939), incluido en Obra poética completa (Alianza Editorial, Madrid, 1994, ed. Américo Ferrari).
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Espectacular Vallejo, se me ponen los pelos como escarpias siempre cn él.
ResponderEliminarGracias por este poema.
Para mí sigue siendo el mejor; no el mejor de los poetas si fuesen comparables: el mejor para mí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que Vallejo sea un punto de referimento para todo aquel que ame la poesía, al menos, para mí lo ha sido desde el primer momento que entre en contacto con su poesía.
ResponderEliminarSaludos, Francisco.
Leo
Un eje fundamental sin duda en la poesía en español, muy por encima incluso del laureado e idolatrado Neruda.
ResponderEliminarYa encargué el poemario por ti recomendado, Cenamor ¡Gracias! Espero beberlo con la misma generosidad con la que despliegas esta Asamblea de Palabras y nos reúnes a todos.
ResponderEliminarLee antes otras cosas de César Vallejo.
ResponderEliminarLorca, Vallejo, Rubén. No me preguntes por qué sobre su voz como un grano de arroz en el corral de la crueldad de Dios.
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