Un hombre, la sien manchada de constelaciones,
remonta una colina plagada de agujeros. Desconoce
lo profundos que pueden llegar a ser. El diámetro
es poco mayor que su propio cuerpo.
De todos los agujeros sale aire frío.
Una vez tuvo una pistola en la mano. Se acuerda
del peso y del tacto del arma, pero no de su forma.
No era totalmente negra, eso sí lo recuerda.
Se detiene. Carece de fuerzas para llegar hasta arriba.
Se sienta junto a un agujero y espera.
Iker Biguri en Agujeros y jardines (Luces de gálibo, Málaga, 2009).
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LA RESIGNACIÓN DE LA VIDA...
ResponderEliminarLO LLEVA ENFRENTAR LA MUERTE CON LA MISMA ACTITUD...EL ABANDONO-
TRISTE Y PROFUNDO-
UN ABRAZO
Si, y en esa línea va el poemario completo: el ser humano abandonado, abandonando el planeta tierra.
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