Hasta la arena del desierto
se aprieta, grano a grano, en su pobreza
y en su soledad.
Nosotros, ordenados por secciones,
-valieran de oficinas nuestras casas-
socios en esta empresa única, peregrinos
hacia un mismo agua y lugar,
nunca nos salen bien las cuentas,
los balances particulares: Dios, compañía, destino,
nunca estamos en paz.
Nunca hallamos respiro, qué tarea!
No nos van bien las cosas.
A fuerza de dudar hemos perdido,
amigos míos, todo nuestro crédito.
Quebraremos un día: pronto, acaso.
Acaso cuando falle el cielo, el mar.
Si un hombre mereciera ser tenido
en cuenta, la verdad, si una familia:
padre, madre y hermanos
sirve para empezar, para salvarnos
por la gloria de dios y sus designios,
pensad en el asunto.
Fumad un cigarrillo en compañía
y buscar la manera, el día, el corazón.
Todos nosotros mal seremos nada
sin formar coro, sin pedir reunidos
los beneficios justos de los hombres.
Vayamos por las calles
cada cual a lo suyo aunque cantando
una misma canción, aunque soñando
el mismo sueño todos, el mismo sol, sumidos
en esta larga, oscura duermevela.
No tenemos más arma que la vida
ni otros merecimientos. Hoy pedimos, pidamos,
participar a una, coralmente,
en el negocio más serio que existe:
ganar mundos de paz para los hijos,
cuidar nuestra pequeña mercancía,
nuestro amor en común, el alma esa
que nos puede salvar, antes que llegue
el entregar las cuentas, el morirnos.
Eladio Cabañero en Recordatorios (1961), incluido en Poesía española. Antología (1939-1975) (Ediciones Tarraco, Tarragona, 1977, ed. de Ricardo Velilla).
Otros poemas de Eladio Cabañero
Ese hombre del puente, Sociedad limitada
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Me recuerda a Vallejo, aunque el lo dice más ¿Profundo?.
ResponderEliminarCONSDERANDO EN FRÍO, IMPARCIALMENTE...
Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina...
Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa...
Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona...
Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza...
Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...
Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...
Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito...
le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué más da! Emocionado... Emocionado...
Es que vallejianos habemos muchos por el mundo, jajaja.
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