Capacidad: ochenta y cuatro nubes.
Una experiencia nueva, porque hay
nubes de todo el día
y de muchos países diferentes.
(La Dirección anuncia más.)
Larguilenguas de pájaro,
rojizas,
las matutinas
hechas al poco sueño labrador
y a las albas vacías.
Detenidas,
de algodón seco y firme,
las matronales fijas del mediodía.
Como serpientes encendidas
las que anuncia a Véspero.
Curiosidad: Las hay de Uganda,
movidas por los vientos del gran lago Victoria.
Las del Turquino, bajas.
Las de los Alpes Marítimos.
Las del Pico Bolívar.
Negras, de gordas tetas,
las de tormenta.
También nubes románticas,
como por ejemplo las que empañan
el cielo del amor. Las coloreadas
de hace sesenta años
en los augurios de Noel.
Nubes con ángeles.
Nubes con forma de titán,
de mapas conocidos (Inglaterra),
de canguro, león.
En fin, un cargamento respetable.
Sin embargo,
las de raza Polar, rarísimas,
no hubo manera de traerlas vivas.
Llegaron en salmuera, expresamente
de Groenlandia, Noruega, Terranova.
(La Dirección ha prometido
exhibirlas al público en vitrinas.)
Nicolás Guillén en El gran zoo (1967), incluido en Sóngoro cosongo y otros poemas (Alianza Editorial, Madrid, 2002).
Otros poemas de Nicolás Guillén
Pincha para ver la lista de poemas incluidos en el blog
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
¡gran poema!
ResponderEliminarLo he recitado en voz alta con la voz de un charlatán de feria.Mi hijo ha venido corriendo y me ha hecho repetirselo.
Muy musical, ideal para niños, sí, jajaja.
ResponderEliminar