1
¿Las alamedas se mueven?...
Orden tienen de quedarse
dormidas, porque no hay luna...
y se mueven.
Es peligroso el negror
cuando el silencio es tan frío...
y se mueven.
Tan honda es la soledad
que, ni se siente el olvido...
y se mueven.
Y, yo, por las alamedas voy perdido...
-¿Y se mueven?
2
¡Qué altos se mueven los álamos!
¡Qué altos!
A nadie quiero llamar,
pero la voz se me va...
-¿De dónde viene?...
¡Qué altos se mueven los álamos!
¡Qué altos!
Y, nadie me ha de buscar...
Pero, esta voz que a mí viene,
¿de dónde viene?...
¡Qué altos se mueven los álamos!
¡Qué altos se mueven!
Emilio Prados en Jardín cerrado (Ediciones Cátedra, Madrid, 2000).
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Me gusta este poema.
ResponderEliminarTiene un ritmo contenido, pero muy interesante la conjunción de forma y fondo. Y llega.
Un abrazo.
Hace poco alguien que está conmigo en un jurado de poesía dijo con desprecio, ante la poca calidad de los textos presentados: "hablan de árboles". En fin, hay gente que se cree Dios.
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