Si lo miramos bien,
no hay nada misterioso en la mecánica
misteriosa y fatal del universo,
su extrema sencillez nos desconcierta:
en el borde del aire
contemplamos la rama florecida
que en su perfecto ser parece inamovible,
pero el viento la azota y en el viento
muy pronto han de rodar sus secas flores.
Y entre el viento y la flor,
un gozoso equilibrio desvelado.
Porque el destino conocemos
de la ignorante rama,
osamos permitirnos la esperanza
de un más alto destino,
y en ese conocer que nos distingue
ciframos el enigma
de las cosas que viven sin secreto.
Como la misma rama,
en el borde del aire, desvelados,
aguardamos al viento.
Y es en esa vigilia,
en la lícita espera abrumadora
de qué arduo milagro,
de qué inimaginable duración,
donde el hombre sostiene, con esforzado encono,
su ferviente pregunta,
la duda contumaz que es su consuelo.
Vicente Gallego en Santa deriva (Visor Libros, Madrid, 2002).
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Fetichismo
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No terminan de gustarme estos poemas que parecen un trabalenguas y hay que estar más pendiente de no confundirte en la lectura que en asimilar lo que se está leyendo.
ResponderEliminarBesos.
Nos vemos el vienes??
Me recuerda el trabajo de Pipiloti Rist (una artista suiza, de la que opino que convierte lo organico en algo gozoso y perfecto...)
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