Existían tus manos.
Un día el mundo se quedó en silencio;
los árboles, arriba, eran hondos y majestuosos,
y nosotros sentíamos bajo nuestra piel
el movimiento de la tierra.
Tus manos fueron suaves en las mías
y yo sentí la gravedad y la luz
y que vivías en mi corazón.
Todo era verdad bajo los árboles,
todo era verdad. Yo comprendía
todas las cosas como se comprende
un fruto con la boca, una luz con los ojos.
Antonio Gamoneda en Exentos I (1959-1960 y 2003), incluido en Antología poética (Alianza Editorial, Madrid, 2007).
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Y el amor ¿con que se comprende el amor?
ResponderEliminarLo incomprensible.
ResponderEliminarFrancisco: quiero agradecerte la reseña que has puesto de mi blog, en el tuyo.
ResponderEliminarHasta pronto. Un abrazo.
Gamoneda... siempre genial.
De nada, espero que nuestros lectores y lectoras hayan disfrutado de él.
ResponderEliminarUn saludo.