Millones de años
para la muerte, para una dignidad
extraña, en cierto modo
ajena. Pero el tema
es más ambicioso
que el pensamiento
y se pudre allí mismo.
Quizá hay un error
de perspectiva en todo esto;
especulaciones, sistemas,
estructuras mentales
y el terror debajo. Pero antes
hemos pedido vino
y marchitas
vimos caer las uvas. Morimos,
algo extraño,
pero siempre después.
Y sin embargo hay hombres,
hombres en todas partes,
sobre todo en la tierra.
Multitudes, máquinas,
cerebros secos al amanecer,
el viento, una rosa en la mesa
y café. Todo esto
consagrado a la luz; la muerte
no es natural.
Joaquín O. Giannuzzi en Nuestros días mortales (1958), incluido en Antología poética (Visor Libros, Madrid, 2006).
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