No la razón, ni el sino, ni el empeño.
La misma nada fue, la nada espléndida
la que ató tu camino con el mío.
Todos tenemos algo en otra parte
que nos arrastra a ser uno entre tantos:
una sonrisa, un llanto, una esperanza,
una canción a veces, un quejido...
Lo nuestro fue el vacío, el no tenernos,
el desearnos, ciegos, sin lograrnos.
La misma nada, amor, la nada espléndida.
José María Portugués Hernando en Viento de Dios (Barcelona, 2004).
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Algunos amores son como el de este bello poema: un nada, un creer imaginario que hay algo y no lo hay.
ResponderEliminarUn muy bello poema, sí. Por cierto, entré en tu blog, deberías alimentarlo más, así podré reseñarte en nuestra sección de los viernes sobre blogs.
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