donde con clara corriente
Guadalaviar hermoso
dejando el suelo abundoso
da tributo al mar potente;
Galatea, desdeñosa
del dolor que a Licio daña,
iba alegre y bulliciosa
por la ribera arenosa,
que el mar con sus ondas baña.
Entre la arena cogiendo
conchas y piedras pintadas,
muchos cantares diciendo
con el son del ronco estruendo
de las ondas alteradas.
Junto al agua se ponía,
y las ondas aguardaba,
y en verlas llegar huía,
pero a veces no podía
y el blanco pie se mojaba.
Licio, al cual en sufrimiento
amador ninguno iguala,
suspendió allí su tormento
mientras miraba el contento
de su pulida zagala.
Mas cotejando su mal
con el gozo que ella había,
el fatigado zagal
con voz amarga y mortal
de esta manera decía.
ninfa hermosa, no te vea
jugar con el mar horrendo,
y aunque más placer te sea,
huye del mar Galatea,
como estás de Licio huyendo.
Deja agora de jugar,
que me es dolor importuno;
no me hagas más penar,
que en verte cerca del mar
tengo celos de Neptuno.
Causa mi triste cuidado,
que á mi pensamiento crea
porque ya está averiguado
que si no es tu enamorado
lo será cuando te vea.
Y está cierto, porque Amor
sabe desde que me hirió
que para pena mayor
me falta un competidor
más poderoso que yo.
Deja la seca ribera
do está el agua infructuosa,
guarda que no salga fuera
alguna marina fiera
enroscada y escamosa.
Huye ya, y mira que siento
por ti dolores sobrados,
porque con doble tormento
celos me da tu contento
y tu peligro cuidados.
En verte regocijada
celos me hacen acordar
de Europa , ninfa preciada,
del toro blanco engañada
en la ribera del mar.
Y el ordinario cuidado
hace que piense contino
de aquel desdeñoso alnado
orilla el mar arrastrado,
visto aquel monstruo marino.
Mas no veo en ti temor
de congoja y pena tanta;
que bien sé por mi dolor,
que a quien no teme el amor
ningún peligro le espanta.
Guarte pues de un gran cuidado,
que el vengativo Cupido
viéndose menospreciado,
lo que no hace de grado
suele hacerlo de ofendido.
Ven conmigo al bosque ameno,
y al apacible sombrío
de olorosas flores lleno,
do en el día mas sereno
no es enojoso el estío.
Si el agua te es placentera,
hay allí fuente tan bella,
que para ser la primera
entre todas, solo espera,
que tú te laves en ella.
En aqueste raso suelo
a guardar tu hermosa cara
no basta sombrero o velo;
que estando al abierto cielo,
el sol morena te para.
No escuchas dulces concentos,
sino el espantoso estruendo,
con que los bravosos vientos
con soberbios movimientos
van las aguas revolviendo.
Y tras la fortuna fiera
son las vistas más suaves
ver llegar a la ribera
la destrozada madera
de las anegadas naves.
Ven a la dulce floresta,
do natura no fué escasa,
donde haciendo alegre fiesta
la más calurosa siesta
con más deleite se pasa.
Huye los soberbios mares,
ven, verás, como cantamos
tan deleitosos cantares
que los más duros pesares
suspendemos y engañamos;
y aunque quien pasa dolores
amor le fuerza a cantarlos,
yo haré que los pastores
no digan cantos de amores,
porque huelgues de escucharlos.
Allí, por bosques y prados,
podrás leer todas horas,
en mil robles señalados
los nombres más celebrados
de las ninfas y pastoras.
Más seráte cosa triste
ver tu nombre allí pintado,
en saber que escrita fuiste
por el que siempre tuviste
de tu memoria borrado.
Y aunque mucho estés airada,
no creo yo que te asombre
tanto el verte allí pintada,
como el ver que eres amada
del que allí escribió tu nombre.
No ser querida y amar
fuera triste desplacer;
más ¿qué tormento o pesar
te puede, ninfa, causar
ser querida y no querer?
Mas desprecia cuanto quieras
a tu pastor, Galatea;
sólo que en estas riberas
cerca de las ondas fieras
con mis ojos no te vea.
¿Qué pasatiempo mejor
orilla el mar puede hallarse
que escuchar el ruiseñor,
coger la olorosa flor
y en clara fuente lavarse?
Pluguiera a Dios que gozáras
de nuestro campo y ribera,
y porque más lo preciáras,
ojalá tú lo probáras,
antes que yo lo dijera.
Porque cuanto alabo aquí
de su crédito lo quito;
pues el contentarme a mí
bastara, para que ti
no te venga en apetito.
Licio mucho más le hablara,
y tenía más que hablalle,
si ella no se lo estorbára,
que con desdeñosa cara
al triste dice que calle.
Volvió a sus juegos la fiera
y a sus llantos el pastor;
y de la misma manera
ella queda en la ribera,
y él en su mismo dolor.
Gaspar Gil Polo en Poesías (Encuadernador Jesús Cortés, Madrid, 2002).
Otros poemas de Gaspar Gil Polo
Canción de Nerea, Cuando la brava ausencia un alma hiere..., No es ciego Amor...
Con demasiada rima, para tu gusto ¿no te parece?.
ResponderEliminarCristina D.
Pero vamos a ver, esto está escrito hace 500 años, cuando se escribía así, jajaja.
ResponderEliminar¿Por qué se titula la "canción de Nerea" si la protagonista se llama Galatea?
ResponderEliminarPorque en la mitología griega, las nereas eran las bellas hijas de Nereo, un Dios perteneciente al mar. El poeta identifica a Galatea con una de estas nereas.
ResponderEliminarY porque esta canción la canta Nerea, hija de pescadores valencianos en el libro tercero de la Diana enamorada de Gaspar Gil Polo
ResponderEliminarGracias por esta buena aportación Milouda. Un abrazo.
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