Las asistentas domésticas probablemente
tengan una parte muerta en sus cuerpos,
un fósil que flota.
Se puede medir la antigüedad del cansancio
con el número de líneas negras
de los calcetines cuyos hilos gimen y se deshacen
bajo la presión de ese tobillo muerto.
A esa parte muerta debe el cuerpo
la sobredosis que recibe de las pesadas labores domésticas,
su retirada en la sombra
y su viaje a la extinción.
Caminaba por la calle
y su cabello teñido ondeaba en el aire de los años veinte,
mientras sus pies se sumergían en otro tiempo.
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