Oh, todas las libertades del mundo, por un vaso de agua,
y yo en la parte superior. Luz en la pupila
derrama en las ramas de los capilares, pequeños ríos,
que con el universo sostienen sus dedos en sus manos.
Otra sed insaciable seca el árbol
en el boquete, y el más oscuro se va sin conocimiento
que el agua de él se evapora. Mientras el rocío debajo de él
brilla. El ruido de la muerte no murmura, amado
quien, como un bebedor, fácilmente agarra y se apresura por la garganta
en el corazón. Pero tiene prisa por inundar a la criatura
y se seca tan pronto como duele el gorgoteo.
Oh, todas las canciones del mundo, por flotar en el río
se olvidan. Oscuros remolinos del lago en verano,
engañosa felicidad de los bañistas. Y un resfriado
luz al esclavo, el filo de la espada
esa imagen y todo lo que no pierde su significado
cerca de la tierra, una muerte más,
de lo que nada y pelea en mí
superar la conexión contigo, el cuerpo, con el sueño
debajo de las sábanas. En una palabra
que se hunde oscura.
Oh, todas las respiraciones de los pulmones, por un mar,
que fluirá por nuestras vidas, para siempre,
como una forma de memoria, olas amenazantes
todo lo que somos, de pie nos lavamos las
caras por la mañana y, más lentamente, abrimos los párpados
para ver un reflejo de nosotros mismos y olvidar
nuestros ojos, el fluir de lo amado.
Oh, todas mis palabras, por ese mar, una vez,
por un milagro o una mentira cortada como una manzana
en medio de la puerta, que se traga fácilmente el cuerpo, todas
mis palabras, por una gota que testifique de plenitud
y renovación de vida. Luz.
Aleksandra Batinić, incluido en Revista Kametsa (Perú, 11 de julio de 2021, trad. Lissa De León).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: