Cri, cri, cri! El canto de la carcoma trabajando
en el silencio de la noche,
entre libros alineados
como soldados, en los anaqueles antiguos.
Soldados de la fe, del arte, de la ciencia,
heraldos del amor, que ostentan una flor
rociada de llanto;
cri, cri, cri! Sumiso y lento canto.
Canta a las estrellas el grillo, y su verso parece
el chirrido del carro del Tiempo en el universo.
Oh cuánta calle, cuánta, bajo el empedrado luciente!
el fin no se ve; y los doctos no saben nada.
Desdentada y ronca, en la humedad,
ríe la rana, hasta desternillarse,
estupefacta de que un poco de agua aniegue
al mundo, y ella, sobrenadando,
lo sacude, lo sumerge y lleva a flote.
Notas más altas expresa el búho en el bosque,
y por aquel su: “Quién, quién” voz infantil
que implora: Oh Luna, baja a salvarme, pronto!
Y la luciérnaga, cuando, guía al seto en flor
a los pequeños perdidos, a citas de amor.
Durante el día pobrecitas, van por el mundo cansadas;
pero el hombre no las ve, y las aplasta con el pie.
También yo siento agitarse algo en mí;
tal vez me es de gran alegría, pero más a menudo de tormento;
y si vuelvo a ver el cielo, me parece que quiere
salir y salir, salir, salir!
Giuseppe Antonio Pasquale, incluido en Faunética. Antología poética zoológica panamericana y europea (Instituto Caro y Cuervo, Santa Fe de Bogotá, 1999, selec. de Víctor Manuel Patiño, trad. de Mauro Armiño).
¡Muy agradable la poética de Guiseppe Antonio Pasquale!
ResponderEliminarNo era poeta, se animó por su amor a la naturaleza. Fue uno de los grandes botánicos de Italia.
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