pienso sobre tu silencio y escucho ahora
una artillería pesada de gas y de choques
como si esperase el gesto imposible
que prometiste nunca dirigirme.
guardo tu cara gracias al rostro lavado de sal
de la última despedida y nada de lo que fuimos en las
habitaciones donde sistemáticamente nos despedimos
arregla los más de mil kilómetros de
litoral que recorro hace meses para llegar
al movimiento central de las reivindicaciones
a la marcha certera de los afligidos y las protestas.
los días han sido intentos obtusos
de ver cómo es sagrada la depredación y los
ajustes, más por ti que por mí pues retuve
de la última hospitalización otros monolitos
que no logro ni puedo devolver o
simplemente hacer deslizar rápidos por las
nefronas. porque es a través de ellos que no
amo y no seré capaz de amar a otros sino a
vándalos y herejes — incluso tú olvidada
saludando entre las banderas y taxis la pérdida de los
empleos para los que no se nace o sobre
vive. de ti, Mariana, solo el brillo de imagen
después de la revista del guardia en camino a una
filiación médica (o militar) en Madureira: algo
como una página escondida sobre manos deshechas
y desatadas en un invierno de mucho miedo
y combate
Río de Janeiro, 18 de junio de 2013
Tatiana Pequeno, incluido en Revista Poesía (Venezuela, 13 de mayo de 2022, trad. de Cristina Gutiérrez Leal).
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¡Poesía de guerra civil, la de Tatiana Pequeno, sin duda...y sin guerra declarada...!
ResponderEliminarMenuda guerra, si.
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