Aquel día,
aquella mañana,
aquella tarde,
aquella noche
ella entonó un triste gemido,
como la llegada de un alma
en el caluroso fuego del infierno,
profetizando
lo negro,
lo oscuro,
lo triste
que sería este aterrizaje
mientras otros
aplaudían su llegada.
Creció sola
con su espíritu,
con su alma,
con sus embarazos
como un arbusto
en el desierto,
como un antílope
en la extensa mar,
como una huella en el espacio
sola creció,
sin abono,
sin sonrisa
si cariño
sin juguetes
sin aplausos…
Y vive,
¡Dios mío!
Recaredo Silebo Boturu en Luz en la noche (2010), incluido en Nayagua. Revista de poesía (II época, nº 24, julio de 2016, Fundación Centro de Poesía José Hierro, Getafe).
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¡Precioso poema de Recaredo!
ResponderEliminarBello, si.
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