Cuando llegué debía de ser tarde
ya habían dividido todo
entre ellos y sus descendientes,
sólo quedaba el cielo por encima de los tejados
allá muy alto
para respirar
y soñar.
Todo lo demás
acá abajo
era de ellos y sus descendientes.
La tierra entera
y el mar
y el aire
todo medido
dividido todo con regla y compás
entre ellos y sus descendientes.
En el mundo entero
no faltaba nadie
después de ellos y sus descendientes.
La tierra entera
era extranjera
además este pedazo donde yo nací.
No me dejaron nada
nada más el soñar.
¡Ojalá soñara!
Y yo amo la vida más que el sueño
y el sueño y la vida juntos
más que ambos separados
y yo no sé soñar más que la vida
y yo no sé vivir más que el sueño
¿he de permanecer aquí
entre ellos y sus descendientes?
Eran mis caminos
los caminos cercados
sólo los caminos eran míos.
Sólo tenían fin los caminos
al comenzar otros caminos.
Las puertas cerradas
las ventanas tapadas
sólo los caminos eran míos.
Mi viaje no tenía fin
al final de todos los caminos.
El fin que tenía era otro
bastante cerca de mí
en todos los caminos.
Bastante cerca de mí andaba
aquel que yo buscaba
aquel que no era ninguno de ellos ni sus descendientes,
alguien cuya persona era yo
que no me encontraba.
Sólo una voz me hablaba y sabía
que yo no era ninguno de ellos ni sus descendientes.
Y ése cuya voz sabía quién era yo
me llevaba por los caminos
mis ojos primero que yo
y el corazón en mi pecho contando.
La voz lo sabía bien
y yo para encontrarme.
También vi por los caminos
recuerdo cuántos
también como yo
en busca de tantos como ellos.
Perdidos van.
¿Perdidos? ¡no!
no encontrados
no encontrados aún.
Perdidos no están
van perdidos por encontrarse,
van muertos para verse a sí mismos
como son.
Llevan el sueño en el aire
y el corazón contando
las edades que es necesario tener
cada quien hasta ser
aquel que va en él.
Nacer es venir a este mundo
no es aún llegar a ser.
Nacer es el hecho de los demás.
Lo nuestro es después de nacer
hasta que lleguemos a ser
aquel que el sueño nos hace.
Ya me sé de memoria los caminos
ya sé lo que vale la promesa
ya veo perfecto en el sueño
lo que la vida ha de imitar.
Más allá
el sueño y la vida
¡se liberarán uno del otro en mí!
José de Almada Negreiros en Obras Completas (1970-1972), incluido en Antología breve de la poesía portuguesa del siglo XX (Instituto Politécnico Nacional, México, 1998, selec. y trad. de Mario Morales Castro).
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¡Grandioso poema, sin duda!
ResponderEliminarMe alegro de que te guste, un abrazo.
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