viernes, 6 de agosto de 2021

Poema del día: "Lilas", de Amy Lowell (Estados Unidos, 1874-1925)

Lilas,
falso azul,
blanco,
morado,
color lila,
vuestros grandes borbotones de flores
están por donde quiera en mi Nueva Inglaterra.
Entre vuestras cordiformes hojas
anaranjadas oropéndolas brincan
como pajaritos de caja de música y cantan
dulces y quedas cancioncillas;
en los ganchos de vuestras ramas
los ojillos brillantes de los gorriones cantarines;
echados sobre huevos pintados,
atisban inquietos a través de la luz y la sombra
de todas las primaveras.
Lilas en los portales
conversando en voz baja con la luna temprana,
lilas cuidando una casa abandonada,
enfilándose a los lados en la grama de un antiguo camino;
lilas al viento, meciéndose bajo un podado montón florido
arriba del bodegón cavado en la colina.
Estáis donde quiera,
estabais donde quiera.
Tocasteis a la ventana cuando el predicador predicaba el sermón,
corristeis en el camino junto al muchacho que iba a la escuela,
os parasteis en las cercas del potrero para darles a las vacas buena leche,
convencisteis al ama de que su paila era de plata
y su marido era una imagen de puro oro.
Entrasteis luciendo la fragancia de vuestros capullos
por los amplios zaguanes de las Aduanas.
Vosotras y el sándalo y el té,
alborotándoles las narices a los plumíferos amanuenses
cuando un buque llegaba de la China.
Vosotras les gritabais: “Ganzi-plumes escribientes, ganziplumes escribientes,
mayo es el mes para zarpar.”
Hasta que se encorvaban en sus altas banquetas
y se ponían a escribir poesías en su papel de cartas
tras las pilas de libros de cuentas.
Paradójicos amanuenses de la Nueva Inglaterra,
escribiendo inventarios en los libros mayores
y de noche leyendo el Cantar de los Cantares,
tantos versos antes de acostarse,
sólo porque eran de la Biblia.
Los muertos os nutrieron
entre las piedras inclinadas de los camposantos.
Fantasmas pálidos que os plantaron
venían por la noche
y dejaban volar sus cabellos sutiles
entre el hacinamiento de vuestros tallos.
Sois del mar verde
y de las pétreas colinas que se alejan.
Sois de los grandes parques donde todos pasean y nadie se siente en casa.

Cubrís los lados cerrados de los invernaderos
y os asomáis arriba para decir una palabra al vuelo por los cristales
a vuestras amigas, las uvas, que están dentro.

Lilas,
falso azul,
blanco,
morado,
color lila,
ya olvidasteis vuestro origen del Oriente,
las mujeres veladas con ojos de panteras,
los hinchados, insolentes turbantes de enjoyados Pashás.
Sois ahora una flor muy decente,
una flor reticente,
de curiosa manera recortada, cándida flor,
crecida al lado de las limpias portadas,
amiga de un gato casero y de un par de gafas,
que hacen poesía con un poco de luna
y cien o doscientos capullos agudos.
Maine os conoce,
os ha conocido por años de años,
New Hampshire os conoce,
y Massachusetts
y Vermont.
Cape Cod os echa a correr por la costa hacia Rhode Island,
Connecticut os lleva desde un río hasta el mar.
Sois más lustrosas que manzanas,
más olorosas que tulipanes,
sois el desbordamiento de nuestras almas
reventando por encima de las figuras de hojas de nuestros corazones,
sois el olor de todos los veranos,
el amor de esposas e hijos,
sois Parlamentos y Constituciones
y el familiar ir y venir de nuestros pies en un camino que conocen.
Mayo es lila aquí en Nueva Inglaterra,
mayo es un tordo que canta ¡Sol arriba! en un fresno empinado,
mayo es blancas nubes tras los pinos
sopladas para arriba y bogando en cielo azul,
mayo es un color verde cual ningún otro,
mayo es mucho sol a través de hojas pequeñas,
mayo es tierra suave,
y flores de manzano,
y ventanas abiertas a un viento sur.
Mayo es un sostenido, suave soplo de lilas
desde el Canadá a la bahía de Narraganset.
Lilas,
falso azul,
blanco,
morado,
color lila,
corazones de hojas de lila en toda Nueva Inglaterra,
raíces de lilas bajo el suelo de toda Nueva Inglaterra,
lila en mí porque soy Nueva Inglaterra,
porque mis raíces están en ella,
porque mis hojas son de ella,
porque mis flores son de ella,
porque es mi tierra,
y le hablo a ella sobre ella misma,
y canto de ella con mi propia voz,
pues ciertamente es mía.

Amy Lowell, incluido en Antología de la poesía norteamericana (Fundación editorial El perro y la rana, Venezuela, 2007, selec. de Ernesto Cardenal, trad. de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal).

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