viernes, 4 de junio de 2021

Poema del día: "El guardador de rebaños V", de Fernando Pessoa (Portugal, 1888-1935)

Hay bastante metafísica en no pensar en nada.

¿Qué pienso yo del mundo?
¡No sé lo que pienso del mundo!
Si me enfermara pensaría en eso.

¿Qué idea tengo de las cosas?
¿Qué opinión tengo sobre las causas y los efectos?
¿Qué he meditado yo sobre Dios y el alma
Y sobre la creación del mundo?
No sé. Para mí pensar en eso es cerrar los ojos
Y no pensar. Es descorrer las cortinas
De mi ventana (pero ésta no tiene cortinas).

¿El misterio de las cosas? ¡No sé lo que es misterio!
El único misterio es que haya alguien que piense en el misterio.
Quien está al sol y cierra los ojos,
Empieza a no saber lo que es el sol
Y a pensar en muchas cosas llenas de calor.
Pero abre los ojos y ve el sol,
Y ya no puede pensar en nada,
Porque la luz del sol vale más que los pensamientos
De todos los filósofos y de todos los poetas.
La luz del sol no sabe lo que hace
Y por eso no yerra y es común y buena.

¿Metafísica? ¿Qué metafísica tienen aquellos árboles?
La de ser verdes y frondosos y de tener ramas
Y de dar fruto a su hora, lo que nos hace pensar,
A nosotros que no sabemos percibirlos
¿Pero qué mejor metafísica la de ellos,
Que es la de no saber para quién viven
Ni la de saber que no saben?

"Constitución íntima de las cosas"...
"Sentido íntimo del Universo"...
Todo esto es falso, todo esto no quiere decir nada.
Es increíble que se pueda pensar en cosas de ésas.
Cuando raya la mañana, y por los rumbos de los árboles
Un oro vago lustroso va perdiendo la oscuridad.
Pensar en el sentido íntimo de las cosas
Es algo añadido, como pensar en la salud
O llevar un vaso al agua de las fuentes
El único sentido íntimo de las cosas
Es el que ellas no tengan sentido íntimo ninguno.

No creo en Dios porque nunca lo vi.
Si él quisiera que yo creyera en él,
Vendría sin duda a hablar conmigo
Y entraría por medio de mi puerta
Diciéndome: ¡Aquí estoy!

(Esto tal vez es ridículo a los oídos
De quien, por no saber lo que es mirar hacia las cosas,
No comprende quien habla de ellas
Con el modo de hablar de quien nota que para ellas enseña.)

Pero si Dios son las flores y los árboles
Y los montes y el sol y el brillo lunar,
Entonces yo creo en él,
Entonces yo creo en él a toda hora,
Y mi vida es toda una oración y una misa,
Y una comunión con los ojos y por los oídos.

Pero si Dios son los árboles y las flores
Y los montes y el brillo lunar y el sol,
¿Para qué le llamo yo Dios?
Le llamo flores y árboles y sol y brillo lunar;
Porque si él se hizo para que yo lo viera,
Sol y brillo lunar y flores y árboles y montes,
Si él se me aparece siendo árboles y montes
y brillo lunar y sol y flores,
Es que él quiere que yo lo conozca
Como árboles y montes y flores y brillo lunar y sol.
Y por eso yo le obedezco,
(¿Qué más sé yo de Dios que Dios de sí mismo?)
Le obedezco viviendo, espontáneamente,
Como quien abre los ojos y ve
Y le llamo brillo lunar y sol y flores y árboles y montes,
Y lo amo sin pensar en él,
Y medito viéndolo y oyéndolo
Y ando con él a toda hora.

Fernando Pessoa en Poemas de Alberto Caeiro, incluido en Antología breve de la poesía portuguesa del siglo XX (Instituto Politécnico Nacional, México, 1998, selec. y trad. de Mario Morales Castro).

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