Pecho que tal concepto ha producido,
la lengua que lo ha manifestado,
la mano que escribió, me han declarado
que el dedo divinal os ha movido.
¿Cómo pudiera un hombre no encendido
en el divino fuego, ni abrasado,
hacer aquel soneto celebrado
digno de ser en almas esculpido?
Al tiempo que lo vi quedé admirada,
pensando si era cosa por ventura
en el sacro colegio fabricada.
La pura santidad allí encerrada,
el énfasis, primor de la escritura,
me hizo pensar cosa no pensada.
Leonor de Ovando, incluido en Las primeras poetisas en lengua castellana (Ediciones Siruela, Madrid, 2016, ed. de Clara Janés).
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De un desuso la ebriedad de poetisa puta práctica al lnstinto de la dureza da clases a los perdedores que exteriorizan sus Entregas ¿qué escribirle al agujero del Nunca en Vestigio?
ResponderEliminarGracias por el aporte, un abrazo.
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