Ozymandias era pobre y malicioso. Nadie lo detuvo
y construyó un reino de la nada. Sobre el viento.
(A orillas del Nilo, al sur de Assuán, en el alto Egipto).
Shelley era joven y arrogante. Buscaba la verdad
de las cosas. Amó profundamente el mar; y sabía poco de Historia.
Ozymandias entregó su vida al desierto.
Creó una ciudad imponente y divisó las ruinas
de su gloria, desde una leyenda tatuada en mármol.
Si Shelley hubiera conocido a Ozymandias,
no habría perdido la vida en el mar.
La habría perdido en medio de un sueño
─entre espejismos─ abrazado por el sol
y las visiones de su futuro al lado de Byron.
O tal vez, peleando con los hititas.
Esperando que su cuerpo fuera encontrado
por Johann Ludwig Burckhardt, en 1912.
Treinta metros bajo el Nilo. Cerca, muy cerca de la muerte.
Es verdad, Ozymandias supo de Shelley,
antes que Mary descubriera su gran bestia interna.
Vio su cuerpo flotando sobre el lago Násser,
como una pregunta de la que no pudo escapar
hasta el final de sus días.
Ozymandias era pobre y malicioso, ya lo dije.
Pero justo con la vida, la muerte y las grandes pasiones
que hacen libres a los hombres.
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: