Hay el grito de un cuervo,
y el canto titubeante de un tordo.
Hay el tintinear de una esquila a lo lejos,
y la voz de un labrador en la loma de Shipley.
El bosque detrás de la huerta está en completa quietud
con la quietud de estío;
y en la carretera rechina un carretón,
cargado de mazorcas, camino de Atterbury.
Y un viejo está sentado durmiendo bajo un árbol,
y una vieja viene desde la huerta
con un balde de moras, cruzando la carretera.
Y un niño está acostado en la hierba
a los pies del viejo,
y mira las nubes viajeras,
y anhela, y anhela, y anhela
qué, él no lo sabe:
¡ser hombre, el mundo desconocido, la vida!
Después pasan treinta años,
y el niño regresa cansado de la vida
y encuentra que ya no existe la huerta
y el bosque ha desaparecido
y la casa ha cambiado de dueño,
y la carretera polvorienta por los automóviles—
¡Y él también ansiando La Colina!
Edgar Lee Masters, incluido en Antología de la poesía norteamericana (Fundación editorial El perro y la rana, Venezuela, 2007, selec. de Ernesto Cardenal, trad. de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal).
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