Peligroso a los mancebos aún, y por igual a los amancebados, con trajín de idas y vueltas (como abundé durante el Sermón de los Gatuperios Carnales), y a todos los humores sin recato de seso, y fe de marrano, y átomos torvos, es la avería que por bastardo asunto, usa el tal tratado intitulado “De Cetrería”, con montes de fingimiento; que jamás vi siquiera entre los naturales de la Panonia a la Aquitania, que parece hechura de pesuños remotos porque nada contradice la dicha ruindad que de los que en las provincias de las Indias moran; que mucho ofende el estómago de la cristiana; que parece fórmula liviana de oráculos, y hay brujas (
MAELLUS MALEFICARUM), y aves de sortilegio; que si engarza esta palabra con esta escura, ninguna regala y todo queda tartajoso. Ansí para el falseario, que escribió el tal tratado intitulado “De Cetrería”, sea mejor el vulgo de la soledad y escuela el llamado somorgujo. Ansí ni pliegos, ni maravedí, ni óleo de impresión para este recóndito bestiario. Ansí destiemple cada yantar, y se ayunte ojo y oreja de aguijones de pecado, para el que hogaño lo leyere.
Sergio Ernesto Ríos, incluido en
La luz que va dando nombre. Veinte años de la poesía última en México (1965-1985) (
Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla, 2007, selec. de
Alí Calderón, José Antonio Escobar, Jorge Mendoza y Álvaro Solis).
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