y no es posible
viajar de nuevo a lo vivido.
Y en ese paraje, donde sólo la vida
inventa los recorridos y las horas
de salida o llegada,
la mirada es distancia
y las horas pasadas se confunden
con lo visto. Se precipitan
los días hacia una terminal
desconocida y sin sentido.
Todo se va con la prisa del mundo.
Pero el delgado instante
en que vi tu rostro
y la luz humedeció tus labios
permanece.
Eduardo Uribe, incluido en La luz que va dando nombre. Veinte años de la poesía última en México (1965-1985) (Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla, 2007, selec. de Alí Calderón, José Antonio Escobar, Jorge Mendoza y Álvaro Solis).
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Muy bonito, y sensible,,,
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Un abrazo.
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